En plena preproducción, preparando locaciones, el libreto con los textos, perfilando los personajes y ensayando para el rodaje del cortometraje de ficción con que finaliza el Taller de Cine y Actuación de CoArtRe. Son 23 alumnos que pondrán en práctica todas las áreas involucradas en una creación cinematográfica, detrás y frente a la cámara.

Esperan que las restricciones sanitarias les permitan comenzar los ensayos presenciales a fines de agosto o a inicio de septiembre, para definir la fecha del rodaje del corto que preparan los alumnos del Taller de Cine y Actuación de CoArtRe, donde pondrán en práctica los conocimientos de oficios, técnicos, actuación y planificación aprendidos en la primera etapa del curso desarrollada enteramente a distancia.

Serán tres o cuatro días de rodaje intenso. “Estamos en busca de las locaciones, ensayando diálogos y algunas acciones, movimientos”, dice su profesor Esteban Vega, realizador audiovisual que junto al profesor y productor audiovisual,Hugo Espinoza, van tomando las ideas del grupo para definir el guion final.

La realización de un cortometraje es un desafío y una motivación. Es la oportunidad de poner en práctica todo aprendido en más de 4 meses en 4 días de grabación, porque además de la actuación, los alumnos participarán en áreas técnicas como foto, sonido, asistencia a otros profesionales que van a estar liderando estas áreas. También constituye un desafío actoral, porque se trata de actuar frente a cámara, un lenguaje distinto.

El taller se adaptó a la realidad de pandemia por el Covid-19 que recorre el país y el mundo, pasó de 100% presencia e interacción a más de 3 meses de clases on line con la esperanza de tomar el último tramo en vivo y en directo. Sin embargo, nadie se queja, todos ven esta experiencia como una oportunidad, porque el objetivo final es creativo, “el desafío mayor del cortometraje es lograr la estética que hemos sembrado en el taller, una ficción con toques oníricos y poéticos. Un carácter latinoamericano, desde la actuación, la imagen, el argumento, todo”, dice Juan Esteban Vega.

La historia 

El argumento y el guion fue escrito por el profesor Hugo Espinoza, basado en las ideas originales que surgieron dentro de un proceso creativo dentro del curso. Es la historia de José Gregorio, que cuenta algunas de las peripecias que debió enfrentar antes de llegar a Santiago, ciudad algo distinta a la promesa que lo hizo sortear dificultades en Brasil, Colombia y Bolivia, tras dejar su pueblo natal en Venezuela.

Los trabajos que debe enfrentar, esos que los chilenos no hacen, las largas filas y trámites para conseguir los papeles le permitirán estar “legal” en el país, son parte de su vida en un Santiago que mira desde la habitación de un internado universitario.

Su origen, la vida solo junto a su abuela, única persona del pueblo que sabía escribir, convirtiéndose en una especie de correo por donde pasaban cientos de historias, de las reales y de las imaginarias. José Gregorio no tenía que salir de allí, pero un impulso más grande que él lo hizo mover su suerte hacia una Latinoamérica que no sospechaba. 

Su padre lo dejó con apenas una caja de naipes de herencia y de su madre no tiene ni siquiera un recuerdo, pero una fuerza lo recorre, quizá la de su destino, que lo conectará  con sus orígenes.

Andrés Armas, 26 años, quien encarnará al protagonista de esta historia junto a sus compañeros del Taller de Cine y Actuación, comparte la nacionalidad venezolana con José Gregorio y también algunas de las experiencias que vive cualquier migrante que llega a Chile como la de realizar trabajos que otros no quieren: aseo, empleadas de casa, choferes, reparto a domicilio, recolectores de basura, jardineros.

Vive hace casi 4 años en Chile con parte de su familia y llegar a este taller lo emociona porque le da herramientas para algo que estaba muy interesado en hacer y probar, además, dice que terminar con cortometraje, es una forma increíble de poner en práctica lo aprendido y quizá la puerta de muchas que se van a abrir.

Confiado, espera llegar al cortometraje finalizado, “dándonos cuenta de que hicimos un buen trabajo y que todos, de alguna manera, pudimos aportar a la realización de ese cortometraje”, dice Andrés Armas interpretando el espíritu de colaboración que hay en el curso.